Estudio sugiere no forzar la migración a la electrificación

Los resultados se basan en la contaminación que generaría la producción de nuevos autos.
Por: Julián Afonso Luis /@JAL69 (Twitter)
Un estudio científico realizado recientemente en Japón, desaconseja mantener la tendencia hacia reemplazar lo antes posible el parque automotor que todavía funciona con motores de combustión interna por vehículos eléctricos (EV).
La razón principal, según los científicos, es que la producción de autos (aunque sean ecológicos) genera una considerable huella de carbono y esto tendría un impacto superior al de esperar que el actual parque automotor que todavía no es eléctrico, complete normalmente su vida útil estándar e incluso la extienda un poco.
Según los científicos, en la medida que no se produzcan nuevos autos para reemplazar los que ya existen, estos generarán menos contaminación en comparación a si se “chatarrizan” para reemplazarse de inmediato con nuevas unidades EV.
La investigación fue orientada por la Facultad de Economía de la Universidad de Kyushu y sus resultados son analizados por diversas empresas japonesas de los sectores de automoción, movilidad y ambiental.
Los datos parecen concluyentes
Según los especialistas de la Universidad de Kyushu, la vida útil estándar de un automóvil en Japón es de trece años, contados desde el momento en que abandona la fábrica hasta que se envía a un desguazadero.
Otro dato compartido por los expertos es que, en promedio, un automóvil (en Japón) pasa los primeros siete años de su vida en manos de su primer comprador, antes de que este lo venda en el mercado de segunda mano.
Pareciera, según el estudio, que por lo general un auto nuevo en Japón no llega a tener más de cuatro propietarios diferentes desde que el primero de ellos lo adquiere en el concesionario.
Basados en los datos de uso de los vehículos por los usuarios y el tipo de recorrido estándar (principalmente en ciudad) que estos realizan en sus autos, los investigadores concluyen que tendría más impacto desde un punto de vista ambiental forzar el reemplazo inmediato, que permitirles acabar su vida útil.
La sugerencia de los expertos a la industria es “impulsar el cambio sin forzarlo”, para propiciar que cuando un comprador decida reemplazar su auto viejo a gasolina por uno nuevo, elija uno de tipo EV, en vez de presionarlo para que haga el cambio cuanto antes.
Al mismo tiempo, los especialistas no aconsejan “extender incentivos” a los automovilistas con el fin de reemplazar sus autos a gasolina por otros EV, si estos “tienen menos de trece años de edad”.
El estudio de la “cadena de valor”
“Si el lapso de reemplazo de un auto es más rápido, más C02 se genera al ambiente. Si hablamos de EV, la situación no difiere mucho (con los autos a gasolina) porque al aumentar la demanda por carros nuevos, también se disparan las emisiones generadas en el proceso de producción de los electrificados”, explica Shigemi Kagawa, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Kyushu y uno de los promotores del estudio.
El investigador alerta que hay una segunda fuente de impacto ambiental, además de la generada por la sobredemanda de vehículos nuevos, refiriéndose al costo de convertir en chatarra los autos con motor de combustión interna que salen del mercado antes de tiempo.
“Si se impulsa el reemplazo inmediato de un auto con motor de combustión por uno eléctrico, hay que resolver el problema de qué hacer con ese auto. Cualquiera sea la solución elegida (chatarrizar, reciclar, etc.), hay un impacto ambiental que debe sumarse al que genera la fabricación de nuevos EV”, sostiene el docente.
“Los EV generan menos contaminación, pero hay que fabricarlos. La huella de carbono de un automotor tiene mucho más que ver que el simple combustible que consume o la fuente de energía. La producción de autos alternativos que reduzcan el nivel de emisiones que genera el proceso de conducción requiere hierro, piezas, plástico y fábricas, así como sistemas de transporte y distribución. Todos estos puntos de la cadena de suministro generan CO2”, señala el informe.
El estudio concluye que “si los usuarios de autos de gasolina los mantienen en uso 10% más de tiempo, más allá de su vida útil, antes de chatarrizar, la huella de carbono global generada se reduciría en 30,7 millones de toneladas”. Esto, sin necesidad de producir un solo vehículo nuevo.