Todo lo que debes saber del G-Vectoring Control Plus de Mazda

Se trata de la exclusiva tecnología de control dinámico vehicular del fabricante japonés, la cual suaviza el efecto de las fuerzas G.
Desde hace una década y bajo el concepto Mazda SkyActiv, el fabricante japonés compila una serie de tecnologías que suponen la reingeniería automotriz en apartados puntuales como motor, transmisión, carrocería, frenos, dirección y suspensión; el primer modelo que materializó tales adelantos fue el Mazda CX-5 y luego, progresivamente, esas innovaciones fueron llegando a los diferentes modelos del fabricante japonés.
Con el paso de los años, esa exclusiva tecnología ha estado evolucionando con innovaciones que optimizan otros componentes del vehículo, como el sistema de escape, el chasis y los recursos dinámicos del automotor. Es justamente en este último apartado donde queremos detenernos, pues bajo la etiqueta SkyActiv-Vehicle Dynamics, la marca quiere proporcionar una mejor experiencia de manejo, optimizando el desempeño en términos de seguridad y favoreciendo el medio ambiente.
La principal herramienta que desarrolló Mazda para el SkyActiv-Vehicle Dynamics fue el G-Vectoring Control (GVC), que sirve para el control vectorial de la potencia del motor. En esencia, esa primera generación modula la entrega de potencia del propulsor en relación con la información que recibe sobre el esfuerzo que aplica el conductor al volante.
El GVC, que está presente en el nuevo Mazda CX-30, aporta control integrado de las fuerzas de aceleración laterales y longitudinales, a la vez que optimiza la carga vertical sobre cada una de las ruedas, contribuyendo así a que la marcha del vehículo resulte más fluida y eficiente.
Gracias al GVC, el conductor percibe un agarre y control más precisos en todas las condiciones de manejo, permitiendo llevar el vehículo un poco más al extremo y disfrutar de una experiencia de conducción más intuitiva. Como el manejo resulta más estable, también favorece que un conductor inexperto tenga mayor confianza en su gestión con el volante.
La evolución ‘recargada’ del GVC
Hace poco más de cuatro años, Mazda se dio a la tarea de optimizar las bondades de su sistema de control vectorial con el fin de que ofreciera mayor estabilidad y eso redundara en la comodidad de los ocupantes; para ello desarrolló el G-Vectoring Control Plus (+), una evolución de su idea original a la que añadió un control directo del momento de inercia a través de los frenos.
Al acometer las curvas, el GVC + aplica una ligera y controlada fuerza de frenado a las ruedas exteriores, justo cuando el volante retorna a su posición central; con ello ejerce un momento de recuperación que devuelve el vehículo a la trayectoria recta y mejora la estabilidad.
La gestión del GVC +, presente en los nuevos Mazda 3 y Mazda CX-30, es evidencia de que la ingeniería del fabricante se centra en el bienestar de las personas, pues en este caso, como hay mayor estabilidad y control en las curvas, se logra atenuar el efecto de las fuerzas “g” en los ocupantes del vehículo, al disminuir el balanceo de los cuerpos, con lo que se minimiza el estrés y la fatiga que supone un viaje largo.
En el caso de la nueva CX-30, existe una ventaja adicional, porque la versión top de esta camioneta (Grand Touring LX) cuenta con un sistema inteligente de tracción (i-Activ AWD), el cual trabaja solidario con el GVC + para mejorar el rendimiento dinámico del vehículo y brindar una conexión más natural, directa e intuitiva entre el automóvil y el conductor.
SÍNTESIS: GVC es la primera tecnología que se encarga de controlar las fuerzas de aceleración lateral y longitudinal (g) de manera uniforme, en lugar de considerarlas por separado; ello se logra dosificando el torque a medida que se acomete la curva. Por su parte, el GVC + utiliza los frenos en las llantas exteriores para agregar un control directo en el momento del giro, favoreciendo la estabilidad de manejo.